Mi cerebro entiende tus "te quiero mucho", entiende que estas arrepentido por todo, entiende que te puedo dar otra oportunidad, entiende todo eso y me hace quedar a tu lado.
Pero mi corazón no, mi corazón no cree en ningún "te quiero", no cree que estés verdaderamente arrepentido por haberme hecho sufrir tanto, por no haber estado cuando mas te necesité, por haber besado otra mujer frente a mis ojos, después de haberme besado a mi. Por jurarme amor cuando le jurabas amor a otra, por jugar con lo mas importante y especial en mi, no cree mi corazón que haya valido la pena haber pasado de ser una nena, a una mujer con vos.
Y ahí, con la reflexión de la lucha de mi cerebro con mi corazón, es cuando se entiende el por qué de mis llantos en estados ebrios. Mi corazón recuerda cada uno de los momentos que vivimos, cada uno de los golpes que sufrió por vos, y pone un muro, para que no puedas volver a entrar a el, para que no puedas llegar a el. Mientras tanto mi cerebro te cree cada una de tus palabras, cada cosa que haces, te cree todo. Y me llevan a soltarme yo misma, y decir "el no me quiere" y sentir que no me interesa que no me quiera.
Y en ese momento es cuando el corazón y el cerebro consiguen entrar en paz, hacerse uno, unirse, y deciden dejarme quererte, perdonarte, creerte, pero no me permiten volver a dejarte entrar a mi corazón, no me permiten que te deje dar un paso mas y que vuelvas a jugar conmigo.
Y entra el orgullo, se mete a pelear con ellos, no deja que te hable tan seguido, no deja que escape tantas risas con vos, no deja que te hable bien, si no que te hable con cierta tonalidad, con ciertas ganas.
Pero como todo, se pude derrumbar, y el golpe tiene nombre, y son tus amigos, que vienen a decirme que estas con otra mujer, que amas a otra mujer, que eso lleva a mis gritos y llantos, mi desesperación por creerte a vos, y no a ellos, la desesperación para que el muro no se derrumbe.
Esta lucha la tengo que ganar yo, la voy a ganar yo.
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